domingo, 19 de abril de 2015

INTRODUCCIÓN

Los países se desarrollan en gran parte por la financiación pública de diversos servicios y que para esto funcione el estado necesita recaudar los impuestos necesarios. En la actualidad gran parte del flujo de dinero que se podría recaudar no se está recaudando, debido al fraude fiscal que de hecho constituye un problema serio para muchos países, ya que representa uno de los grandes frenos para el desarrollo, específicamente en el contexto español, se ha documentado que el fraude fiscal es responsable del 23% del PIB (Ministerio de Hacienda, 2010), lo cual supone que cerca de 89.000 millones de euros dejan de ingresarse anualmente. O dicho de otra manera, uno de cada cuatro euros se escapan del control fiscal. (Mayo, 2012)

Puntualicemos que no únicamente los países de PIB alto hay fraudes fiscales, debido a que representan un freno en las economías emergentes como la mexicana, lo cual ha representado un problema estratégico para el desarrollo del país. Considerando que en 1990 se recaudó un 11.4% del PIB, en el año 2000, un 11.0%; y en 2008, disminuyó a un 9.4%. (Licona, 2011) En los estudios más recientes sobre evasión fiscal (2004), la tasa de evasión como porcentaje de la recaudación potencial asciende a 27%, esto equivale a 3% del PIB. (Samaniego, 2006)

Los intereses del Estado y del contribuyente se encuentran en discordia. El Estado está interesado en cobrar la mayor cantidad de impuestos mientras que el ciudadano prefiere pagar lo menos posible. Por su parte, los contribuyentes han optado por realizar fraudes fiscales, teniendo como enfoque en el rubro principal: evasión de impuestos, enfatizando en el delito que se está cometiendo al realizar actividades ilícitas para reducir el pago de impuestos solicitado conforme a la utilidad de las personas físicas y morales.

No tiene sentido que se insista en unas medidas represoras que, normalmente, van a castigar con más obligaciones fiscales y potenciales sanciones a los que ya cumplen y van a dejar indiferentes a los que incumplen. La solución no es poner más obligaciones o amenazar con imponer más sanciones. Considero esencial que se trabaje arduamente para eliminar la corrupción de nuestras autoridades, así como en cambiar la perspectiva de los contribuyentes sobre la necesidad de pagar los impuestos debidos, y por ultimo reducir el tiempo para que se realicen las inspecciones por parte del SAT.

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